Muchas veces sentimos culpa por desear prosperar, como si aspirar a la abundancia fuera algo egoísta o contrario a la espiritualidad. Pero el dinero no cambia quién eres, solo amplifica lo que ya llevas dentro: si eres generosa, tendrás más para dar; si eres consciente, más para elegir con sabiduría. Prosperar no es acumular sin sentido, es contar con recursos para vivir alineada, servir mejor y dejar un legado.